Y el otro lado del espejo me habla del dolor
el cuento de hadas hecho de miedo
la mentira de lo inusitadamente puro
arrojada contra el cristal
mi sangre dibujando un pasado fútil
que se escurre entre mis dedos.
Hubo un día de dolor
un trueno sobre mi tumba
escribió un epitafio llamado amor,
yacía ahí la piel de un alma
el último dibujo de un niño
las cenizas del último brillo de sol.
El inicio siempre es desesperar
veo detrás de mi el silencio
y quiero saltar en un grito
en un grito querer volar
un grito para desollarme lentamente
y construir mis alas para escapar
de la avenida Melancolía
de la ciudad del Antes
en el valle de Lo que Queda.
Hubo un día corrí tanto con alas de piel
un viento que se llevo todo lo que quedaba
mientras que el vapor dibujaba otro rostro
otro cuerpo, otra sonrisa,
otra mirada, otros labios,
otros oídos, otras mejillas
otras manos
y nunca más volví a saber de mi,
nunca más nací, nunca más morí
nunca más soñé
nunca más fui mi silueta
y grité.
Grité al estallido de los vidrios
a las ventanas rotas
a las copas mordidas
a los retazos de mi en la cama
a las huellas en la madera
grité hasta hacer incendiario mi estallido
grito mi alma conmigo
grito el mundo conmigo
grité a todo
hasta reducirlo al silencio.
Hubo un día que iba al encuentro de sonrisas
hoy las cosecho
Hubo un día que esperaba un te amo
hoy amanece con uno grabado en el cielo
Hubo un día que me arranque la piel con las manos
hoy me deleito diseñando mi alma
Hubo un día que existía para ser feliz
hoy es un día para vivir
y el mañana
es una promesa, solo una promesa.
