Mi lengua no perdona los vaivenes de tu inocencia
no perdona la juventud al pasado
el espejo no perdona a las noches,
y no existe un puente entre las sombras
así el sol les intente unir.
Entre las huellas de mi carne
y tu proceder errante
respondes a mi espejo con una sonrisa
mientras ciego hago el intento
de apagar esta alarma del dolor.
Como un lunático golpeando las paredes
resistro la realidad de haber existido
y de haber pagado deudas de dolor
ininteligibles como sus huellas en mi.
Y no puedes ser el otro lado del espejo
no puedes saltar de la sal de mis lagrimas
sin dejar caer la noche de puntillas
sobre mis alas.
No tengo con quien luchar
y las sombras recogen mi aliento
te pido que no te quieras sacudir
y desvestir el dolor.
Con unas ansias únicas de gritar
dejo frases en la noche húmeda,
a veces quiero ser un fantasma
y los fantasmas me dejan pasar.
Enterrado entre pasos atrás
resistiendo contra mi cuerpo
restos de vida y cantos de almas
se aferran a mi contra el tiempo.
Ya no quiero pensar en el invierno
en medio de este sol
no quiero dejar más lagrimas
donde mudas se vuelvan sal
no quiero más golpes contra el tiempo
seguir lanzándome contra mi
adivinar la luz en una sonrisa
no quiero creer en la magia sin ti
y no lo quiero hacer por ti.
No quiero ver esa ventana
aun sepa que es de día para todos
la luz me enseña fantasmas
de los que huyo en la oscuridad
creciendo oculto en tus caricias
titilando en tus sonrisas
me diluyo en tu mirada
me hago de algodón
temblando al miedo de tener
que mudar de piel,
sin ti
por ti.
