Las gotas de los días
caen pesados de las ventanas
en la esquina del jardín
sonríen ladrón y asesino,
es el tiempo de ladrón y asesino.
Callados mataron al ciervo
hicieron fiesta de sus entrañas
cubrieron con su piel la vergüenza
y pusieron su cabeza
en el muro de su conciencia.
Ladrón reía mientras frotaba su vientre
contra la sangre manifiesta
y pintaba con aquellos huesos
grietas en el aire.
Asesino acariciaba su osamenta
mientras le desollaba vivo
en su memoria ataba el alma
mientras saboreaba de cada corte.
Ladrón tiraba de su aliento
hasta alimentar su fuego
tomaba la médula de sus huesos
hasta dejar manchada su fe.
Asesino arrancaba sin mirar
de su vientre y su pecho la existencia
dejando entre su carne oscuridad
de sus venas extirpaba la sed
para acicalar su rostro.
El ciervo contaba sus manchas
tendido e inerte
exhalaba paciente
tejiendo en el aire
el sopor de su venganza.
Ladrón inflaba su vientre
entre las manos de asesino
y con la caída de la luna
pausadamente se transfiguraba.
Asesino vestido de pieles
miraba con desgano ya su rostro
sonreía con la luz de la aurora
mientras se desdibujaba en el espejo.
Con la luz de las estaciones
empezaban a andar sobre sus vientres
dibujando surcos de sombra
soltando carcajadas con el sol.
Cada día más preciosos
se volvían la presa
cada día orgullosos
delataban su presencia.
Otoño
Unos pasos entre las hojas
y la mirada fría del ciervo
colgado a la sombra de la pared
tocaba en medio del sopor
el aliento voraz
de la niebla que esconde
la sombra del costo de su banquete
el tiempo del cazador.
Asesino acariciaba su osamenta
mientras le desollaba vivo
en su memoria ataba el alma
mientras saboreaba de cada corte.
Ladrón tiraba de su aliento
hasta alimentar su fuego
tomaba la médula de sus huesos
hasta dejar manchada su fe.
Asesino arrancaba sin mirar
de su vientre y su pecho la existencia
dejando entre su carne oscuridad
de sus venas extirpaba la sed
para acicalar su rostro.
El ciervo contaba sus manchas
tendido e inerte
exhalaba paciente
tejiendo en el aire
el sopor de su venganza.
Ladrón inflaba su vientre
entre las manos de asesino
y con la caída de la luna
pausadamente se transfiguraba.
Asesino vestido de pieles
miraba con desgano ya su rostro
sonreía con la luz de la aurora
mientras se desdibujaba en el espejo.
Con la luz de las estaciones
empezaban a andar sobre sus vientres
dibujando surcos de sombra
soltando carcajadas con el sol.
Cada día más preciosos
se volvían la presa
cada día orgullosos
delataban su presencia.
Otoño
Unos pasos entre las hojas
y la mirada fría del ciervo
colgado a la sombra de la pared
tocaba en medio del sopor
el aliento voraz
de la niebla que esconde
la sombra del costo de su banquete
el tiempo del cazador.