Rodando de la sombrilla
la última lágrima irresoluta del cielo
hoy no veré tu figura
tu voz se esconde en una nube
tras la madrugada.
Un resoplo de tu ausencia
y mi piel se despega de la carne
se hace ligera
no quiere ni siquiera el aire
no quiere el tiempo
no quiere cubrir
lo deseos de golpear las probabilidades
y correr hacia ti.
No quedan sueños
como la arena que se borro
sobre mis sentidos
la blanca semblanza
se torna en una ilusión hecha
de la misma despedida de una sonrisa.
Ya ves
las palabras que implotan en tu pecho
llenan el aire de esa distancia
el tiempo deja hilos sueltos
entre tus manos
distendiendo mis ganas
hacia un sueño vano.
Lo ves
la historia que guardamos
no quiere contarse más
no quiere dibujarse en ninguna mente
no quiere contar un cuento de nunca jamás
Siento la incipiente caricia de la soledad
pintando mi sombra
siento las velas caidas sobre mi proa
siento que es tiempo de partir
siento que no se será contigo
siento que es un ardid el amanecer.
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